Las vistas satelitales y la
herramienta web proporcionada por el Instituto Geográfico de Venezuela Simón
Bolívar permiten observar que sobre el cauce del rio Yurubi existe un accidente
geográfico denominado “garganta” a unos 700 metros sobre el nivel del mar, un
paso estrecho entre los cerros altos que le obliga a correr por un angosto
corredor de unos 400 metros de largo, de unos 200 metros de ancho en promedio y
rodeado por paredes con más de 30 metros de alto, esa “garganta” que tiene unos
80 mil metros cuadrados de superficie. En ese escenario se gestó una tragedia.
Entre las cuatro y las cuatro y
media de la tarde del día jueves 26 de marzo de 1812 la ciudad fue azotada por
varios terremotos y sus réplicas, lo que genero al menos dos gigantescos
deslizamientos de tierra rica en arena y arcilla, a la salida de la “garganta”.
Ese era el mismo material que forma los cerros que constituyen la cordillera de
los Andes. El derrumbe de los cerros sobre el lecho del rio y luego el derroque
del dique fue el rugir que los sobrevivientes en la ciudad escucharon.
Los deslizamientos lograron
obstruir casi totalmente el flujo del rio, que actualmente tiene un caudal
promedio anual de 270 litros por segundo que siguió bajando desde sus nacientes
en los cerros “Negro” y “El Zamuro”. En resumen, la “garganta” obstruida por
los deslizamientos de tierra formo un embalse al que siguieron entrando como
unos 400 litros por segundo (el rio Yurubi tendría un mayor caudal en esos días).
Al amanecer del día 30 de marzo de 1812 en la “garganta” del rio Yurubi se
habían acumulado un poco más de 140 mil metro cúbicos de agua, una masa con
suficiente energía potencial para destruir una ciudad pequeño. El espejo de
agua que se formó a 400 metros sobre el nivel del mar, con ocho hectáreas de
extensión y una profundidad promedio de 17 metros debió ser un espectáculo
fabuloso.
Pero ya la suerte de la ciudad
estada decidida, no importa si el dique se rompió por efecto de las lluvias de
esa noche anterior, una réplica de los sismos, o acaso cedió a causa de la
fuerza del agua acumulada. Lo cierto y verdadero es que la gravedad, la tierra
más el agua y los 450 metros de altura que separan a la “garganta” del rio Yurubi
con la ciudad de San Felipe cumplieron su misión, hacer descender la masa de
barro, árboles y rocas que en forma de ola debía medir unos seis metros de
altura, y arraso cual escardilla nueva todo a su paso en el descenso hasta
detenerse sobre ella, envolviéndola en una mortaja de lodo. Desde la ruptura
hasta que todo termino no debieron transcurrir más de una hora, quizás sea esa
la causa por la que aun parece imposible que la ciudad desapareciera de un
momento a otro.
Existe una posibilidad que las deducciones
y cálculos aquí hechos tengan un margen de error. La razón para escribir sobre
el deslave que enterró a San Felipe el Fuerte es motivar a los investigadores
científicos, historiadores, cronistas, escritores y al público en general a
interesarse en otro de los grandes misterios de la historia de este país.
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