Nuevas normas de urbanidad. (1ra. parte)

Manifestar a los demás la atención y respeto que le son debidos, es lo que llamamos urbanidad, en ella está contenido el conjunto de reglas que tenemos que observar para comunicar dignidad, decoro y elegancia con nuestros semejantes. Es la expresión visible de los deberes morales que tienden a la conservación del orden y de la buena armonía que deben existir entre los hombres. Su epitome o mayor expresión sigue siendo el “Manual de Urbanidad y Buenas Costumbres” escrito en 1853 por Manuel Antonio Carreño Muñoz, un caraqueño que nació y murió en el siglo XIX, libro encajado en la memoria de los adultos contemporáneos con el sobrenombre de “Manual de Carreño”, que estudiaron brevemente unos y otros con más intensidad, cuando en las escuelas impartían la educación social moral y cívica. Tratar de emular tal obra es impensable, pero como las costumbres se relajan y debemos encausarnos, expongo este aporte de modernas normas de urbanidad.



Obedecer a nuestros padres y pedir su bendición en las mañanas es lo primero que debemos hacer al comenzar el día, luego no cargarlos a empujones por las calles, insultándolos y maltratándoles cuando no pueden caminar rápido para llegar al banco a cobrar la pensión.
Debemos respeto a la patria y sus símbolos, por eso detenerse, quitarse la gorra, los audífonos, pararse erguido y en silencio es lo correcto cuando se escucha el himno nacional, sin importar quien lo interprete. Enarbolar la bandera en las fechas que corresponde, izándola al alba y arriándola al ponerse el sol, sin dejarla colgada como trapo al sol durante los fines de semana es la forma correcta de honrarla.  De ninguna forma (ni amor o valentía) es excusable pasar a la plaza a robarse las flores de las ofrendas a los próceres de la patria.
A nuestros semejantes les debemos amar como a nosotros mismos, pero sin hacer exceso de caricias (meter mano) y besos (meter lengua) a plena luz del día en colas o plazas. No es adecuado colocar música a todo volumen sea en nuestras casas o en nuestros negocios, se debe respetar el sueño de durmientes y transeúntes, y definitivamente es de mala educación el intentar e insistir en pagar cuando alguien de buena forma nos hace un favor, y de paso el agraviante puede ser visto como un tipo encumbrado y patán (un pedante desgraciaó); recuerde, nadie se cree el cuento ese de  “yo hablo así de fuerte”, si usted grita todos lo saben y también saben que es usted un altanero. Es recomendable no leer la correspondencia de otros aun cuando dejen su correo electrónico abierto, lo mejor es cerrarlo sin ver su contenido.
Los deberes para con nosotros mismos comienzan por no dejar que el imperio de la moda nos domine, así que, por muy bien que se vea un traje negro el 31 de diciembre mal se verá en un velorio. Los pantalones cortos y los muy pegados que tan adecuados son para caminar por el centro comercial mostrando lo mejor de la anatomía femenina son vulgares en la procesión un santo o el cortejo fúnebre de un amigo. Los teléfonos celulares han sido prohibidos en muchos lugares no por asuntos de seguridad como podría ocurrir en los bancos, están prohibidos en funerarias, iglesias y oficinas públicas por causa de quienes nos hacen parte de su interés por una caraotas bien aliñadas, carne mechada y huevos fritos para el almuerzo o por una discusión familiar sobre el pañal del bebe.
Es la mesa es uno de los lugares donde más clara y prontamente se revela el grado de educación y de cultura de una persona, por tanto no ponga los codos en la mesa, no se limpie la boca con el mantel, use la servilleta y si no hay, use un pañuelo, que no es una costumbre arcaica, es articulo útil que hacer notar que usted es educado y pulcro. Comer con cubiertos es necesario, nada tiene de glamoroso o autóctono comer con cuchara la sopa, el bistec, el pollo asado, los espagueti y de paso hablar con la boca llena para decir “es que yo soy humilde”, la humildad nada tiene en común con la chabacanería. Con los dedos, dependiendo de la ocasión, se come el pollo frito, las empanadas, los tequeños, el pollo asado, los pinchos en la feria de mayo y ya, el resto de las comidas se hacen con los tres cubiertos y sobre la mesa.
Si asiste a conciertos y obras de teatro, sobre todo cuando son obras clásicas, no está bien visto el comer tostones u ofrecer unos chicharrones al vecino, cómase su cosa antes o después de la función. En los cines apague el celular, nadie está interesado en su “gadget” (equipo de pequeñas proporciones, novedoso y de diseño más ingenioso que la tecnología corriente) y no se arrellane como si estuviera en la sala de su casa, ya todos saben que usted está gordo y que no cabe en la butaca. Es necesario reconocer que la urbanidad y la etiqueta no son una mera formalidad, es el medio que nos da confianza en los ambientes que nos son desconocidos, ellos son iguales en el salón del trono en un reino que en la mesa del más humilde ciudadano.

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