Nuevas normas de urbanidad. (2da. parte)

Un libro, el “Manual de Urbanidad y Buenas Costumbres”, y su contenido nos prepararon para actuar de forma apropiada en sociedad y en privado. Es impensable siquiera el pretender acercarme a las enseñanzas del ilustre Manuel Carreño, nada tan alejado de la realidad. La intención en esta ocasión es aproximar la urbanidad a quienes desconocen de su existencia y contenido, haciendo referencia a situaciones de la vida cotidiana que deben ser ajustadas a los principios de estas normas de conducta que siguen siendo necesarias.
Relancemos la caballerosidad, tiene que dejar de ser chiste el “hay caballeros pero no asientos” cuando se está en presencia de damas Dejarlas pasar primero, sujetarles las puertas y abrir las del carro son ejemplos de la caballerosidad y no debilidad, así que no sea cobarde, sea un caballero.
Bueno y civil es sacarnos mocos en privado, en la calle no, se ve feo. Las mujeres jóvenes no deben abusar de la exhibición de sus atributos y figura con el uso de escotes pronunciados que exponen indiscriminadamente las carnes, ombligos y caderas, sea porque estas son abundantes o porque la ropa es dos tallas más pequeñas, esto es frecuente causa de accidentes. El uso de sombrero era elegante, el de gorras para nada lo es, por lo que es mejor es no ir a fiestas o actos serios con gorra por más “tuki” o “boleta” que sea su propietario. En lugares cerrados como ascensores o instituciones bancarias recuerde que no está solo, no se tire peos de forma indiscriminada y menos aún haga chistes al respecto.
Acostumbrar vestir cualquier cosa en casa, es mala idea, sobre todo cuando llega una vista sorpresa, si bien su hogar es su castillo, no atienda las con el atuendo que uso para alimentar a los dragones, póngase el señor pantalón y camisa y las señoras una bata que no muestre las tetas y la ropa interior. Recuerde que ya no es correcto llamar cachifa, domestica, servicio ni criada, menos aun de “trabajadora de los oficios del hogar” a la persona que ayuda en casa, lo mejor es llamarle por su nombre de pila precedido del señora o señor y solo cuando se adquiere mucha confianza (que nos ayudan a hacer las hallacas, a matar pollos u otras tareas familiares) que les trataremos como nos indiquen, por ejemplo Chepa, Nico, Negra o Gorda, aunque no tenga ninguna de esas descripciones.
¿No se no siente cómodo con una corbata? sin importar la ocasión, no la use, eso de arrancársela al salir de la iglesia o inmediatamente después de las fotos en la graduación es incivil, mejor aguante como los machitos y se la quita y la pica en tres pedazos al llegar a casa. En los matrimonios no bese a la novia, las madrinas ni a la suegra, eso pasa solo en las películas, evite el ridículo y la perdida traumática de partes de su dentadura. Si su escasa economía le impide llevar un presente al agasajado, no importa, al menos no se lleve los vasos, jarrones y flores de adornos. Los chistes “coloraos” y de loros groseros son adecuados solo en partidas de domino o patios de bolas, nunca, nunca en primeras
comuniones y confirmaciones y bautizos. En las mesas de quesos, chocolates o similares usted puede comer todo lo quiera pero no llevarlo en una bolsita (a la abuelita le gustan mucho). A los mesoneros de las fiestas no les ofrezca real para que le atienda, si ve que los anfitriones no pasan el wiski bueno o no sacan la segunda botella de ron, lárguese y sea paciente, el día de su cumpleaños tendrá justa venganza. Cuando baile con desconocidas no trate durante el primer merengue agarrarle una nalga, cuide sus dientes. Menos aún trate de bailar ritmos modernos (“perreos” o “sandungueos”) con personas muy jóvenes, ellos son taimados y tienen video cámaras, seguro pondrán el video del ridículo que usted hizo antes que regrese a la mesa.
Ir de visitas es un arte, cuando las haga lleve un presente, sobre todo si tiene tiempo que no va a esa casa, una galleta para los niños será suficiente, pero más importante es que sin importar el tiempo sin visitar no dedique en la conversación a comparar la decrepitud de la vivienda con las arrugas de los dueños. Evite las horas difíciles o incomodas, eso de llegar a una casa de familia a las nueve de la noche es desconsiderado, más cuando son familias que se acuestan a las siete. Al visitar enfermos trate de no mencionar la enfermedad del visitado como la cusa de la muerte de otros en igual condición, eso no anima.
De ser una ocasión de negocios o formal, al hacer su presentación es suficiente que diga su nombre y apellido, si la otra persona tiene interés en usted seguro ya hizo la tarea de averiguarlo, por lo tanto es del todo incivil haciendo mención a sus doctorados, magíster o como criador de hormigas. Si no ha sido presentado no se meta en la conversación, es de mala educación. Si hablar de los ausentes es malo, hablar bien de los presentes es peor, sobre todo cuando el presente es nuestro superior jerárquico, suena eso a “jaladera”. En la casa del cura y del pastor no hable del diablo, en la casa del político no hable de su opositor, respeten la casa ajena y a su anfitrión.
Al asistir a un velorio, si no sabe que decir quédese callado, un falso pésame es peor que el repique de un celular a ritmo de hip-hop al lado de la urna. Y llegar con una sonrisa y gritando a todo gañote “buenas noches, ¿cómo están por aquí?” en definitiva no es lo más adecuado. Finalmente recuerde siempre que las reglas de la urbanidad no son leyes que se puedan imponer, es la manera correcta de actuar que todos podemos libremente adoptar como forma usual de desempeñarnos en sociedad y sin esas reglas la convivencia seria menos que imposible.

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