El voto nulo

Solo cuando la más próxima contienda electoral está a muchos días de ocurrir es que se puede escribir
sobre temas electorales sin herir corazones ya rotos por la derrota o herir a los que estas inflamados del
aire que da la victoria, de otra forma, el riesgo de ser empalado por los que son y no son políticos es alto;
los intereses de unos y otros están juego. Sobre todo cuando el tema es algo que se acerca a una búsqueda
epistemológica.

El tema del voto nulo debe pasar por un primer cedazo y es el de su existencia. Puede obviarse, por ser
hecho cierto y ocurrido, el que una persona, un ciudadano, asistió a su lugar de votación, por lo que en
consecuencia es impensable que el resultado de su esfuerzo no tenga ningún valor en una u otra
dirección, Eso definitivamente es imposible, es algo así como de física cuántica; aun cuando el efecto
no sea el deseado, positivo o negativo, el resultado tiene un valor; el ejercicio del derecho al voto. Ese
es el mensaje que sin equivocación envían los ciudadanos a quienes controlan la política, “queremos
seguir votando”  que cada voto, por muy granito de arena que sea, representa a un ciudadano que
demuestra su opinión con respecto a lo que ocurre en el país, pero sobre todo su satisfacción con vivir
en democracia. Además, el que un individuo o un millón, hagan su cola y ejerzan su derecho al voto es
un acto inocultable, sin importar su resultado. 
Lo otro cierto es que conforme a las reglas electorales vigentes el voto nulo no es válido, no cuenta de
ninguna forma para los contendientes electorales pero sí para la autoridad que rige el acto quien lo
contabiliza como un acto genuino de participación. 
En Venezuela, por disponer de un sistema automatizado, los votos nulos son prácticamente inexistente,
pues no hay papeleta que rellenar, sobres que elegir, equis que marcar, nombres que escribir ni tarjeta
que escoger. Aca es solo marcar en un tarjetón electrónico el número de opciones que le son
proporcionadas al elector y, muchas gracias por su participación. Por esa razón el voto nulo consciente,
el que se realiza con intención reivindicativa o de protesta por parte del elector es imposible de
orquestar. Tanto así es, que el sistema está blindado contra estas iniciativas, que la máquina se abre
para el voto durante tres minutos, si no ocurre alguna selección en ese tiempo el sistema asume como
nulo el voto por razones de seguridad y continuidad del proceso, y así puede actuar un primer elector,
pero cuando es masivo los siguientes en intentarlo podrían ser detenidos por la autoridad bajo cargos de
retrasar el proceso electoral.
El voto nulo tiene un hermano casi idéntico, el voto en blanco, el que se hace sin ninguna indicación, el
que pudiera llamarse “voto por ninguno”. El cómico de la televisión Joselo Díaz tenía un personaje con
ese nombre quien era un político llamado Ninguno. Como siempre, es posible ver sus videos en la
internet. La diferencia con su hermano es que en otros sistemas electorales el voto blanco si cuenta
como válido, y que si bien no favorece a alguno de las candidaturas, se convierte en una salida
crítico-moral de carácter oficial para aquellos ciudadanos que conformes con la democracia no ven en
esa ocasión a alguno que represente sus puntos de vista o intereses.
Como ocurre que el voto nulo no tiene repercusión  en los resultados electorales y como tampoco
ninguna organización lo ha utilizado o aprovechado para sus fines, sean los que sean, a nadie en
nuestro sistema electoral le ha preocupado este asunto; también porque la cantidad es tan pequeña que
sus efectos sobre la distribución proporcional de escaños a las minorías no tiene efectos prácticos. 
Escribir cartas de amor a una hermana o hermano tienen tanto efecto como escribir sobre el voto nulo
dadas las condiciones actuales del sistema electoral venezolano. Eso puede cambiar si se abre en todas
las batallas electorales la opción del voto en blanco, pero esto solo es posible si ocurriera un cambio
profundo en el sistema para incluir la segunda vuelta; al menos en las elecciones uninominales; en ese
caso los votos en blanco si pudieran hacer peso suficiente e inclinar la balanza del proceso electoral en
dirección a “ninguno es tan bueno para que le demos nuestro voto, pero tienen otra oportunidad para
demostrar que tan buenos son”. 
Pero esta opción, el voto en blanco sumado al voto nulo, pueden influir en mucho en los candidatos
ganadores al punto de ser grave escollo moral, eso si llegan a sumar mayoría de los votos válidos.
Cualquiera al ser electo en esas condiciones tendría sobre sus hombros el peso de ser elegido por
minorías no representativas y en consecuencia la elección tendrá carácter legal pero sin contar con el
apoyo de la mayoría. Una paradoja política que haría a cualquiera moralmente incapaz de asumir un
cargo de elección democrática.

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