Galeria de alcaldes

Ser alcalde de una ciudad o municipio no es un trabajo al que accede por pura suerte o
casualidades del destino. Eso no ocurre jamás. Todos, hombres y mujeres, quienes llegaron
para ser alcaldes, trabajaron muy duro y por mucho tiempo, junto con familia y amigos para
lograrlo.


Cuando el burgomaestre era nombrado por las autoridades extraterritoriales, lease corona
española, por los tiempos de la colonia, sus credenciales de hombre honesto y de hijo en
buena familia le hacían peso a favor para hacerse acreedor al cargo hasta que las
circunstancias lo permitieran. Luego, en la República, la imagen del político bueno y adecuado,
hombre de familia, buen vecino, con excelentes relaciones con los jerarcas del partido y el buen
apellido, eran las cartas para ser nombrado en el cargo. En estos tiempos de democracia, con
elección directa y secreta, los candidatos y sus familiares, incluyendo ahora al cónyuge, deben
trabajar más, pues ninguna de las credenciales anteriores bastan; es el trabajo social hecho en
favor de los vecinos del municipio, en especial los de la comunidad donde el aspirante vive
con su familia, y su reconocimiento, son las llaves que le que abren las puertas del éxito para
llegar a ser alcalde. 
Las elecciones de alcaldes siempre son más reñidas por intimas, pues a diferencia de otros
cargos, donde no importa si el candidato conoce o no el nombre de las comunidades, barrios
y vecindarios, el de alcalde, es el cargo de elección popular más directo y con más contacto con
las comunidades, a él se le ve en las calles, en el transporte público, en el mercado, vive en el
mismo barrio de siempre y en la misma casa de toda la vida, ese candidato no puede mentir a
su pueblo. 
Luego, lo más difícil de ser alcalde es permanecer indemne a las olas de la difamación, a los a
taques de los enemigos, las trampas del destino y la lengua de los chismosos. Eso es lo más
difícil que debe superar un alcalde durante el ejercicio del cargo, por el resto de su vida y
mucho tiempo después de su desaparición física
Por esa causa, para ser inscrito en la galería de alcaldes poco importa cómo llego una persona
a inscribir su nombre en ese capítulo de la historia de la ciudad, tampoco si su gestión fue
buena o poco recordada, si su mala gestión le antecede o solo se le recuerda como una
anécdota en la vida del municipio. Quien en algún periodo de la vida de la ciudad fue alcalde
tiene el derecho a ver su nombre y su imagen en la galería de alcaldes de la ciudad. Un retrato,
un nombre y su reseña biográfica no es un acto egocéntrico o narcisista, es el costo de ser una
persona pública que debe ser bien conocido por todos sus vecinos, presentes, pasados y
futuros, en todos los sentidos.  
Es inquietante  ver que la galería de alcaldes del actual municipio San Felipe, cuya historia se
remonta a la fundación de la ciudad hace más de 250 años posee tan solo doce retratos que
muestran una pequeña parte de la historia de la ciudad y sus personajes.

Reunir los nombres de todos los alcaldes de la ciudad, origen y periodo de servicio al pueblo,
no puede ser trabajo fácil, pero es necesario. Todos ellos deben estar en la galería, sin
excepción, dando la cara por su tiempo y sus obras, sus éxitos, fracasos, glorias o debilidades.
La galería es el memorial que tiene la ciudad para otorgarles honor por su desempeño o para
hacer que los aspirantes no olviden que los pecados de los padres serán carga para los hijos y
nietos. Esa es la mejor regla para la recta conducta de un alcalde.

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