Tobos infanticidas

Todos los años son reseñadas por prensa, solo en la capital del estado, la muerte de no  menos de dos menores de entre 9 meses y los dos años; justo cuando comienzan a gatear y caminar; por inmersión o asfixia mecánica al caer dentro de un balde de agua, piscinas o poncheras. Si multiplicamos esa cantidad de muertes por él número de estados de la República obtenemos un número no menor a 46 fallecimientos de estos bebés cada año; como mínimo, de seguro son más. Y al parecer los únicos culpables son la horda de los tobos infanticidas.
En todos los casos los elementos involucrados son tres. Primeros son los hechos, siempre más o menos iguales, los que según los involucrados se desarrollan en un momentico, en un segundo, en un abrir y cerrar de ojos; la persona que cuida al menor se descuida, disminuye su atención, atiende el teléfono, voltea las arepas, detiene la lavadora, se toma una cerveza, mira a otro lado o atiende algo, cualquier asunto, que por breves momentos; según cuentan después; que le hizo perder la concentración en el cuido del menor que al final de la historia morirá.
El siguiente elemento es un tobo o balde (con carácter de homicida) con al menos diez centímetros de agua en su interior, no importa la cantidad o que tipo de líquido sea, solo se necesita suficiente altura para que la nariz y bocas queden cubiertos por él liquido para impedir la entrada del aire a las vías respiratorias del bebé, quien sin importar su condición física, mental o edad tiene la imposibilidad consciente incorporarse y salvar su vida, o es incapaz por una u otra razón de llamar la atención de otra persona que le pueda socorrer y evitar su muerte. 
El otro elemento son las circunstancias y condiciones. Un ser humano muere por inmersión cuando sus vías aéreas, nariz, boca o garganta permanece llenas con suficiente agua para impedir el paso del aire respirable a los pulmones por más de 4 minutos, dicho de otra forma, una persona puede morirse ahogada fuera del agua con solo rellenar con líquidos sus vías respiratorias, o si no los sacan de su sistema respiratorio, aun cuando el cuerpo ya no esté dentro del líquido. La muerte cerebral ocurre, para ser más exactos, en tan solo cuatro minutos. Ese lapso de tiempo es un suspiro, un instante tan solo, para quien lucha por su vida. Para quien puede ayudar y sabe cómo, esos cuatro minutos pueden ser tiempo suficiente para hacer la diferencia entre uno u otro desenlace. En ese tiempo sin oxigenación el cerebro comienza a morir y ocurren los daños permanentes a ese órgano, Esos cuatro minutos son vitales para todo intento de salvar la vida sin secuelas. Por tanto, es ese tiempo de cuatro minutos la diferencia entre vida, salud y muerte.
Entonces, uniendo todos los elementos tenemos que en todo caso ocurre que el menor, primero, quedó sin atención el suficiente tiempo como para que alguna persona pudiera evitar que cayera dentro del tobo, luego ocurrió que el menor permaneció por sin atención otro tiempo, más de 4 minutos continuos, y aun luego de transcurrido ese tiempo, él bebe no recibe atención de emergencia o primeros auxilios. Esas condiciones hacen peso y echa por tierra el conocido cuento de “solo fue un momentico”. Esa es una mentira. Fueron más de cuatro minutos y la muerte o daño al cerebro del bebé lo comprueban.
A todo esto surge un tema colateral, la prevención. Las personas que tienen a su cuidado un infante que gatea y comienza a caminar, deben tener muy en cuenta los peligros a los que se expone su protegido, ahijado, vecinito o entenado en esa y otras edades, esas personas deben tomar conciencia, el bebé puede morir cuando dos elementos o circunstancias coexisten y una tercera se hace presente. Los dos primeros son, que exista una fuente con líquido y la otra que la cantidad cantidad suficiente para cubrir las vías respiratorias del infante que yace boca abajo,  o sea, un tobo, rio, mar, balde con agua o totuma-bebedero para los morrocoyes. El tercer elemento es la presencia de un bebé humano. Si él trio de elementos están en él mismo cuarto, casa, patio, playa o piscina, ese bebé no puede ser dejado solo o sin atención en ningún momento. En caso contrario uno de los elementos debe ser retirado del lugar, espacio o estancia para evitar que se desarrolle una tragedia.
Ya en presencia del desafortunado hecho; pues ya en conocimiento de las circunstancias concurrentes para que suceda deja de serlo y no lo podemos llamar accidente; aún quedan varios minutos para salvar la vida. No, no es llevandolo al medico. Recuerde que solo se disponen de cuatro minutos y ya más de la mitad se perdió entre lágrimas, pasarlo de brazos a brazos, gritos, recriminaciones y aclamaciones de “no vayas hacia la luz”. Es posible salvar la vida del infante al proporcionarle como primeros auxilios la resucitación cardio respiratoria como acción inmediata mientras se traslada al centro médico más cercano. Si, si, todo aquel en la custodia, vigilancia y guarda de un menor que está aprendiendo a caminar debe saber  cómo realizar una maniobra de resucitación cardio pulmonar o masaje cardíaco externo y despeje de las vías de circulación de aire, es su responsabilidad como adulto consciente de sus deberes. Es necesario por exagerado que parece.
Ahora se abre la incógnita al respecto de porqué estás 46 muertes anuales siguen ocurriendo. Es posible culpar a la falta de agua y a la necesidad de almacenarla en tobos homicidas. Lo cierto es que el cielo tiene a sus angelitos completos y no anda buscando más. Es posible que estos eventos continúen por causa de la falta de adecuado seguimiento y publicidad. No del escándalo y por los videos en las redes. Eso dura apenas dos días como máximo. 
Para darle un receso a las tragedias  y empuje a la prevención así como a la respuesta acertada a la emergencia, y así tal vez lograr disminuir el número de muertes infantiles es necesario dar publicidad al proceso policial y judicial, a la detención del responsable, al velorio,  entierro, la acusación, el inicio del juicio, a las lágrimas en la última noche, las audiencias de juicio, de la reclusión del señalado responsable, de los rezos del cabo de año las lágrimas otra vez y por fin a la sentencia. Porque aun cuando parece imposible, si, si existe un responsable y no son los tobos infanticidas.

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