El nombre de las operaciones armadas

Puede ser fácil y lo es más cuando los nombres que se escogen para las operaciones armadas son los de animales feroces y poderosos como el tigre, león, jaguar, piraña o pantera; tampoco es muy difícil cuando se escogen otros sustantivos que denotan poder: tormenta, martillo, Sansón, jaque o salamandra; menos aun cuando se escogen nombres conocidos, rimbombantes o en otro idioma, como Phoenix,  Antón, Andrea, Colombo o Barbarroja, y mucho menos aún es difícil cuando se escogen ideas o acciones violentas. De machos es escoger los nombres de criaturas autóctonas por tiernas que sean o de flores de la montaña, eso sí es difícil.
Es que los animales dulces también se merecen su espacio en las operaciones que se realizan para proteger y restablecer la ley, el orden y combatir la violencia, y parece que nadie los toma en cuenta para esas cosas. Cualquier naturalista estaría de acuerdo en que hasta el más frágil de esos animalitos tiene en sus momentos de justiciero o apareamiento una carga de hormonas que a su escala lo convierte en un terrible agresor de sus enemigos. Mire usted el caso de las abejitas, serian excelentes epónimas para una operación de contra ataque al narcotráfico, igual lo seria para una guardia de custodia y respuesta el nombre de los perros feroces que se agazapan en nuestras casa para defendernos de los ataques criminales; quien no tiene en el frente, atrás o en el cuarto a un laky, pipino, chimuelo, luli, pichi o pulgui. Para ellos no hay enemigo grande, aunque ellos sean perros enanos, loros, turpiales o periquitos, siempre están dispuesto a defender nuestro hogar, aun con su vida si fuese necesario. Los jefes que escogen los nombres de esas operaciones deben recordar que en el patio de la casa de sus abuelitas esta uno de esos feroces defensores y que en este país no hay discriminación alguna, ni siquiera al momento de escoger el nombre de la operación para combatir al enemigo, sea interno o invasor.
Dentro de la continua diarrea de operaciones especiales y recontra especiales para la lucha contra el mal, hay espacio para que una se llame “gallina” para proteger al pollo contra los gavilanes y especuladores, “chivo” para el combate de los bachaqueros, “golondrina” para atrapar a los raspa cupos, o” tucusito-tucusito” contra los acaparadores del leche en polvo; la “oso palmero” para el combate del tráfico que las hormigas hacen con el azúcar. Imagine la operación “bala perdida” para combatir la prostitución homosexual, “lapa” le pondremos a la lucha contra la corrupción, y a la operación para supervisar la distribución del papel tóale la llamaremos “tijera”, si es un exitazo, y si no resulta la llamamos “piedra”. Para las operaciones nocturnas que requieren de la astucia de un ladrón de gallinas criadas en casa de barrio se usara el nombre clave “quengue”, “churro”, o “rabipelao”, animal que también merecen un reconocimiento.
Debemos evitar el uso de algunos nombre que están comprometidos por la historia como el caso de “cóndor” o “plomo fundido”;  tampoco se podrá usar el de “morrocoy” que está en manos de los sindicatos, de “mosca” que se lo apropiaron los políticos para hacer referencia a sus fracasadas campañas, y el de “pereza” por razones obvias; tampoco puede ser usados por ser ya denominaciones famosas la de jaque o salamandra, y otras que a pesar de resultar familiares  ya fueron usados: cerveza (Alemana), rayo, sombra adicción, macarena latina, polka ruso, viento divino, oso polar, basilisco, bandera roja, martillo de obstinación o boquete; por eso es necesario usar la imaginación para no repetir los usados. 
O podemos, para evitar repeticiones, al igual que yanquis e ingleses, usar una computadora para escoger. Me parece absurdo habiendo por allí tanto nombre fácil, para todos los gustos y sin uso, como “cachorrita” (jóvenes), “corazón de melón” (adulto mayor), “bebé o caramelito” (adulto contemporáneo), “osito(a)” (menores) “mi loquita bella” (que te puedo decir).  El trabajo de escoger, es una neurociencia; para la invasión a Panamá el nombre escogido por la maquina fue “cucaracha azul” y luego injustamente rebautizada por sus operadores como “causa justa”.
Me gustaría, y no pierdo las esperanzas de prontamente ver una película venezolana donde unos agentes de la ley derriben una puerta al grito de “esta es la operación clavel de muerto, todos quietos” porque, es que hasta las flores tienen su momento guerrero.

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