La criminalización hogareña de la victima de delito sexual

Una de las posibles razones por las cuales el abuso sexual de menores se prolonga en el tiempo y se hace reiterado puede que sea la criminalización  hogareña de la victima, aun mas que la ignorancia de los hechos por parte de padres y tutores. Los indicios que señalan la ocurrencia de estas situaciones son, entre otras, el retraso en el desarrollo físico, mental y emocional, el rendimiento académico deficiente, deserción escolar o de actividades sociales, ansiedad, depresión, agresividad y falta de auto control.

Existen hogares donde los hijos son escuchados en toda edad y lamentablemente otros en donde sus miembros creen que escuchan a sus hijos. En sociedades y en grupos familiares positivamente machistas a las niñas cuando tienen menos de doce años, poco se les ve y menos aun se les escucha;  luego de esa edad solo se les ve “florecer y brillar”; sobre todo cuando empiezan a desarrollar el cuerpo y el porte de una mujer de 21, las formas de una modelo, las hormonas de una viuda de 40 y la vida social de una universitaria de 18; es el tiempo que se hacen visibles. Es cierto es que sus cuerpo y sus hormonas están lista para la copula y el coito, y puede que hasta su mente porque han recibido información a través de todos los medios posibles: familia, redes, televisión, amistades, avisos en la calle y campañas institucionales. Pero nada de esa información las protege del abuso sexual.

Sin importar sus condiciones físicas y mentales, las niñas de 17 años 11 meses y 29 días de edad siguen siendo niñas indefensas porque así lo dicen las leyes que existen para protegerlas a todas sin distinción de ningún tipo. 

En dirección contraria ocurre algo interesante y son la actitud (estar dispuesto a comportarse de forma positiva en una situación) y la aptitud (habilidad para  desenvolverse adecuadamente en un asunto) de algunos padres representantes y tutores, familiares, quienes al enterarse de los hechos (tocaron, manoseo, mensajes, insinuaciones, acoso, persecución, sexo) califican a su propia hija o representada de “niña vulva caliente” “tan chiquita y ya atrae a los hombres” “eso pasa por culpa de ella y sus amistades” y otras frases que desvían la responsabilidad hacia una menor que en la mayoría de los casos no sabe o no entiende la gravedad de lo que ocurre. Con los varones también sucede: “es que ese niño es problemático” “es medio maricón” “no es posible que a alguien con familia y cónyuge le gusten de niños” “a su edad también me enamore de mi maestra” y de esa forma convierten el problema en asunto que debe ser resuelto por un menor de edad.

A esos jóvenes, niños y niñas, se les marca como “capaz de cargar dos latas de agua” y en consecuencia como personas capaces de llevar vida sexual y de lidiar con los problemas de relación que ellos arrastran. Por tal razón algunos padres cierran los ojos, tapan sus oídos y no hablan de los indicios del abuso sexual. Por tal razón les facilitan píldoras anticonceptivas y de emergencia, condones  y les dan consejos de contracepcion, tal vez con la intención de trasladar totalmente la responsabilidad del cuidado y protección de sus hijos e hijas a menor de edad y a un abusador; sin saber que el único consejo valido es no dejar solo a un mono con una pistola cargada en un mundo lleno de personas que actúan como simios ebrios.

Es necesario que padres y tutores entiendan que sin importar el aspecto físico o la disposición mental, la ley protege al menor de edad y eso es suficiente para que cualquiera actué de forma moral, social y legalmente correcta; hasta el adulto sobre el que ese menor se desnuda en privado; porque el niño o niña sigue siendo menor de edad y tiene la protección de la ley,  también porque, en teoría, el adulto es el responsable de todo cuanto ocurra; el adulto responsable que debe proteger a la prole de la sociedad, a todos los niños, sin importar la condición física o mental.

Bajo ninguna circunstancia los niños dejan de ser niños hasta el momento en que pasan a ser legalmente adultos y por ello responsables de sus actos (con la esperanza y la fe puesta en que los padres y la vida hallan preparado a esa persona ahora como adulto legal) y para soportar con responsabilidad la carga que sobre su vida y futuro tiene tal condición. Mientras eso ocurre ellos no son responsables y por tanto no culpables ni criminales aunque se lancen encima de la persona. Ellos oficialmente y legalmente son niños y por eso deben ser protegidos por todos los miembros de la sociedad en especial padres, tutores, pedagogos y guardianes del ordenamiento jurídico y social. Por su parte las leyes tienen la función de hacer “valor” a las conductas que la sociedad considera buenas y correctas, en contrario castigar las incorrectas; en este asunto es proteger a los niños sin importar su condición física o mental por muy adelantados que estén o muy inteligentes que sean los padres llevan la mayor responsabilidad. Los niños y niñas son menores de edad y por tanto son los inocentes y deben ser cuidados.


Comentarios