Ruidos molestos y convivencia ciudadana

Regalos, buena comida y fiestas se acerca con la llegada de la navidad, algunas porque se va un año de los más difíciles de la vida Republicana, ya se verá que depara el futuro. Estas celebraciones son también para festejar los logros obtenidos durante doce meses de dura lucha, victorias pequeñas, éxitos grandes, porque siempre hay razón para ser felices. Hasta allí todo está bien, el problema se inicia cuando se hace la fiesta y se obliga a todo el barrio, la urbanización o edificio a participar.


Unas personas exteriorizan su felicidad con la compra del mejor equipo de sonido que se puede, la recopilación de cinco mil canciones de moda, de las que solo se terminan escuchando una docena, compran licor y la comida para entonces sacar las cornetas a la calle y poner la música a todo volumen, para que el mundo conozca de verdad lo que es bueno, la felicidad que se irradia y las conquistas que sean logrado. Eso es un acto que atenta contra la tranquilidad y salud de todos, pues la alegría de uno no puede ser la mortificación, tortura y desagrado de cien vecinos que no comparten aquella alegría o sinceramente no es de su interés.

Importante es este tema para las comunidades organizadas y los consejos comunales que en estos días empiezan a preocuparse por el rápido aumento de las fiestas ruidosas, con sonido a alto volumen de sonido, prolongadas por horas y horas, hechas en días propios para el recogimiento en familia, que hacen caso omiso de la presencia de adultos mayores y niños que necesitan descanso. Es cierto que todos tienen derecho a hacer en sus hogares lo que les sea lícito y no prohibido por la ley, pero ese derecho tiene como todo un límite, que esas acciones no perjudiquen o perturben la tranquilidad de los vecinos.

Desentendidos que a cualquier reclamo o sugerencia contestan con la frase “yo en mi casa hago lo que me da la gana y al que no le guste que se mude para la montaña” existen en todas las comunidades, esos que no les importa que sea día, noche, con enfermos, lactantes, mascotas o funerales, montan su fiesta durante horas y horas sin la menor consideración; por ellos existen las normas de convivencia ciudadana, que son ley, que obligan a quienes que se desvían del buen vivir en comunidad para que respeten los derechos de los demás. Para controlar estas situaciones a los Consejos Comunales se les ha dado suficiente valor para intervenir como mediadores, a los agentes de la policía como garantes de la ley y las Fiscalías municipales para tomar acciones contra el infractor, pues la desobediencia a la autoridad y el desprecio al derecho son delitos.

Ocurre que el ruido indiscriminado y las fiesta a todo volumen tiene dos vertientes que los organizadores de esas celebraciones no deben olvidar; primero, la música a muy alto volumen termina dañando el oído de los niños y es irreparable, o sea, es maltrato infantil; segundo, las mascotas, perros, gatos y pájaros están en cautiverio y no tienen voz para demandar que cese la tortura que para sus muy delicados oídos y eso es mal trato contra los animales que también es penado. Por eso, para disfrutar de las fiestas, sean de lunes a domingo, lo mejor es hacerlo en privado con un volumen moderado, en un salón de fiestas o con audífonos si se quiere celebrar todos los días del año.

Comentarios

  1. Disfrutard e las fiestas con audifonos ajajaja, hablando en serio que falta de conciencia ciudadana la de muchos vecinos, el dia que se cumplan las sanciones todo cambiará

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