Cuando el crimen si paga

Desde sus primeros días de escuela se trata de fomentar en los niños la idea que el crimen no paga, lo cual no deja de ser cierto pues desde cierto punto de vista es necesario demostrar y enseñar que los criminales, los malvados y los infractores de la ley siempre recibirán un justo castigo por todas y cada una de sus fechorías o crímenes.

Lamentablemente el justo castigo que los criminales reciben en nombre de la ley, el orden y la justicia no hace (por lo general) mella en el carácter ni en su conducta; menos aún en los resultados y beneficio que pudieron haber obtenido con la maldad que cometieron. Y eso también debemos enseñarlo a nuestros niños sin importar lo contradictorio que pueda ser.

Esto ocurre porque desde el punto de vista de la víctima la única forma de que el crimen sea castigado con justicia es que se le reintegre todo cuanto le fue arrebatado y que además reciba lo que ella considere una justa compensación, esto último significa, en la mayoría de los casos;  que  el criminal sea castigado en una medida que en verdad le cause el mismo grado de dolor que sufrió aquella. Esa es la gran deficiencia y problema que existe con el tipo de justicia que actualmente se aplica. No, no hay ningún castigo que pueda recibir el criminal que llegue a sustituir, calmar o sanar el dolor de una madre que ha perdido un hijo el de un hombre que perdió la esposa y el de un hijo que ha perdido un padre; porque ni aún causándole la misma perdida al victimario se puede conseguir un resarcimiento completo.

Quizás por esto, la absoluta incapacidad de dar completa satisfacción y sanación a la víctima, que a la función pública de los poderes judiciales en dónde se trata de dar un resarcimiento a la víctima se le llama la "Vendetta pública" qué mal traducido se refiere a la venganza del pueblo, más no de la víctima, quién tiene solo la esperanza que el castigo impuesto al victimario sea suficiente para disuadir a otros de acciones semejantes.

Desde otro punto de vista es también necesario entender que el criminal jamás perderá tanto como lo  arrebatado a la víctima; sobre todo desde su punto de vista y es lo que a continuación pasamos a revisar. Con horror se puede ver en las noticias qué un fiscal, en un país de Latinoamérica, ha decidido perdonar a un corrupto, a un ladrón del dinero del pueblo, porque este ha acordado presentar su testimonio y pruebas de los delitos de otros corruptos de peor calaña y que se han apropiado de mayores cantidades de recursos y dinero a cambio que su botín no le sea arrebatado y la sentencia que le pudiera corresponder sea reducida o incluso anulada. Con la excusa de atrapar a "un pez gordo"; con la habilidad de un prestidigitador de mesa se engaña a la víctima para beneficiar al criminal. Con el dinero del pueblo le están premiando por un triple delito; por haber robado al pueblo, delatado a sus amigos (Porque en algún momento lo fueron y si no fueron amigos fueron cómplices, la complicidad y la amistad son los puntos en donde el delito se acerca a algo bueno) y la traición a todos quiénes le brindaron su confianza.

Entonces; ¿ese criminal recibió el castigo que merece? La respuesta es un rotundo no. Más bien recibió lo que esperaba recibir: dinero y poca o ninguna cárcel. En conclusión, el crimen si paga y paga muy bien.

En el caso del individuo, hombre o mujer, que premedita un homicidio, al dar muerte en su víctima ha logrado su objetivo. A ese criminal nunca le van a quitar la vida (con algunas excepciones por país donde ocurra el crimen) como tampoco nunca le van a quitar un ser querido. Entonces recibió lo que esperaba; tantos años de prisión; como también obtuvo lo que quería, las consecuencia de su crimen; la muerte de su víctima. Si  recibió lo que quería y espero, quiere decir que salió victorioso en su misión.

Todo lo anterior no es para decepcionarse o incluso sentir la necesidad de aplicar la ley de Talión o el código de Hammurabi. Tampoco que las leyes actuales sean malas, insuficientes o incapaces de cumplir su función. Está es otra que nada tiene que ver con la satisfacción de los ánimos de venganza de la víctima o del colectivo, su función es otra que de momento no es sujeto de estos comentarios.

Si está claro que las leyes y la actuación de los agentes de la justicia deben ser sujetos a análisis y cambios que lleguen para hacerles cambiar y equilibrar la balanza de la compensación entre víctima y victimarios; desde cierto punto de vista, desde el moral y emocional, tienen que ser revisadas, no solo para castigar sino para dar a la víctima una conclusión y una satisfacción a su dolor para poder, entonces finalmente afirmar con seguridad que el crimen no paga.

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