Buscar al humilde y la humildad

Si al tratar de buscar una persona humilde miras al espejo y en él crees ver una, entonces estas equivocado, las personas verdaderamente humildes no tienen reflejo en los espejos y la imagen que ves es la de alguien que desesperado por parecerlo se envuelve en una capa de vanidad que a los ojos de todos oculta a un personaje de teatro mal interpretado, engreído y vanidoso, una suerte de lobo trasquilado, perfumado, cubierto con piel de oveja y prótesis dental para ocultar su verdadera naturaleza a quienes le rodean y le creen genuino, pero sobre todo es un ser que teme a sí mismo, pues tiene miedo de ser una persona humilde de verdad.

La definición académica de la palabra “humildad” es referida a las personas con capacidad y disposición para producir un determinado efecto positivo en otras personas; son individuos con la disposición habitual para hacer el bien. Y es que no se puede ejercer un efecto positivo en todos y en todo momento, pero si llevar en el corazón en todo tiempo y momento la necesidad de ayudar a otros. En todo caso la humildad es acción y consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento para lograr el bien de otros. Se lee fácil, pero es en extremo difícil pues es un hacer constante del bien hacia los demás sin importar que no agradezcan, no vean o no quieran reconocer en sus vidas el efecto positivo de las acciones de otro ser humano que sin esperar ni recibir nada a cambio sigue haciendo el bien sin mirar a quien. Y esa es la parte fácil. Lo difícil es que dentro de esos escenarios la persona que actúa sabe que no puede curar el cáncer del enfermo, aliviar el dolor del deprimido, devolver con amor la ofensa, resistir a la tentación de la carne y las harinas, devolver el ser querido a la vida o dar de comer al todos los hambrientos y aun así tratara de ayudar y dar su mejor esfuerzo, una y otra vez.

La humildad es acción y es servicio personal. Y también es conocimiento de las propias limitaciones y bajezas, errores y debilidades de cualquier especie, incluye también la sumisión y rendición, entendidos como la capacidad de restar importancia a los propios logros y de reconocer sus defectos y errores. Y es aquí donde la mayoría de los seres humanos modernos fallan pues se vive en una sociedad donde se idolatra la condición del yo positivo e infalible como un valor de carácter y poder, el culto del yo, yo puedo, yo soy, yo tengo, yo perfecto, yo el más humilde. Las nuevas culturas urbanas y de consumo de bienes enseñan a las personas a creer que no necesitan de nadie más que ellos y que ellos son el mayor poder del universo y que esta gira a su alrededor. Es necesario recordar frecuentemente que el planeta tierra es una mota de polvo dentro del sistema solar y los seres humanos somos insignificantes ante tales extensiones, por eso es necesario en principio, reconocer nuestra dimensión, la que fluctúa entre muy poco y casi nada. Reconocer que se necesita la ayuda de unos y otros para crecer y que debemos apoyar a los demás en su lucha por el crecimiento emocional, físico y espiritual. Ese es el primer paso hacia la humildad, el segundo paso es reconocer que cada día es necesario esforzarse más en ese servicio a los otros seres humanos para encontrar el camino a la humildad.

El término no solamente se entiende como todo lo anteriormente escrito, también traduce como bajo o de la tierra y humus, es decir, que también lleva un sentido intrínseco,  por esa razón cuando la palabra se utiliza para hacer referencia a la carencia de recursos esta correctamente usada y en todo caso debe hacerse énfasis en diferenciar un uso del otro para evitar confusiones en el lector o en quien escucha y que no se deje enredar cuando alguna persona hace referencia a que es humilde y sencillo para enfatizar que carece de los medios de vida que siente merecer, o que en su pasado carecía de abundantes medios de vida para así poder hacerse escuchar por un público y sin mentir decir que era y es una persona humilde en el sentido socioeconómico. Lo que es cierto, claro, no es mentira, pero en el sentido de la posesión de bienes y fortuna, antes, ahora y después y no en el sentido espiritual, como valor y sumisión a un poder mayor que el humano. Es así como los príncipes de la modestia y los genios de la discreción hablan ante otras personas para lograr mejorar su imagen, pulir sus virtudes y enriquece la personalidad ente su público.

El ser humano virtuoso, que se encuentra en el interminable camino que es la humildad, acepta sus debilidades y defectos, sin vanagloriarse de ellos, es por eso que nunca se podrá encontrar un ser humano humilde en la imagen de un espejo. Verse a sí mismo como ser bueno, sumiso, humilde y servicial es un acto de vanidad, soberbia y egoísmo, pues quien lo hace es el reflejo de un materialista que antepone su salvación a la de otros, que se interesa más en sí mismo que en el prójimo, se siente autosuficiente y actúa en conveniencia a sus intereses.

Con demasiada frecuencia suele asociarse a la palabra humildad a los pobres y desfavorecidos, mientras que la humildad como acción es una cualidad humana independiente de la posición económica o social y en el entendido que una persona humilde no pretende estar por encima ni por debajo de nadie, que sabe que todos son iguales y merecen el mismo grado de dignidad;

De allí que ser humilde no implique dejarse humillar; pues la humildad no supone una renuncia a la dignidad propia como personas. La humildad conlleva el ejercicio del amor propio y al prójimo sin complejos de superioridad, sin la necesidad de recordar constantemente a los demás éxitos y logros; mucho menos dejarse pisotear por las personas de su entorno.

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