Si al tratar de buscar una persona humilde miras al espejo y en él crees ver una, entonces estas equivocado, las personas verdaderamente humildes no tienen reflejo en los espejos y la imagen que ves es la de alguien que desesperado por parecerlo se envuelve en una capa de vanidad que a los ojos de todos oculta a un personaje de teatro mal interpretado, engreído y vanidoso, una suerte de lobo trasquilado, perfumado, cubierto con piel de oveja y prótesis dental para ocultar su verdadera naturaleza a quienes le rodean y le creen genuino, pero sobre todo es un ser que teme a sí mismo, pues tiene miedo de ser una persona humilde de verdad.
La humildad es acción y es servicio personal. Y también es conocimiento de las propias limitaciones y bajezas, errores y debilidades de cualquier especie, incluye también la sumisión y rendición, entendidos como la capacidad de restar importancia a los propios logros y de reconocer sus defectos y errores. Y es aquí donde la mayoría de los seres humanos modernos fallan pues se vive en una sociedad donde se idolatra la condición del yo positivo e infalible como un valor de carácter y poder, el culto del yo, yo puedo, yo soy, yo tengo, yo perfecto, yo el más humilde. Las nuevas culturas urbanas y de consumo de bienes enseñan a las personas a creer que no necesitan de nadie más que ellos y que ellos son el mayor poder del universo y que esta gira a su alrededor. Es necesario recordar frecuentemente que el planeta tierra es una mota de polvo dentro del sistema solar y los seres humanos somos insignificantes ante tales extensiones, por eso es necesario en principio, reconocer nuestra dimensión, la que fluctúa entre muy poco y casi nada. Reconocer que se necesita la ayuda de unos y otros para crecer y que debemos apoyar a los demás en su lucha por el crecimiento emocional, físico y espiritual. Ese es el primer paso hacia la humildad, el segundo paso es reconocer que cada día es necesario esforzarse más en ese servicio a los otros seres humanos para encontrar el camino a la humildad.
El término no
solamente se entiende como todo lo anteriormente escrito, también traduce como bajo o de
la tierra y humus, es decir, que también lleva un sentido
intrínseco, por esa razón cuando la
palabra se utiliza para hacer referencia a la carencia de recursos esta
correctamente usada y en todo caso debe hacerse énfasis en diferenciar un uso
del otro para evitar confusiones en el lector o en quien escucha y que no se
deje enredar cuando alguna persona hace referencia a que es humilde y sencillo
para enfatizar que carece de los medios de vida que siente merecer, o que en su
pasado carecía de abundantes medios de vida para así poder hacerse escuchar por
un público y sin mentir decir que era y es una persona humilde en el sentido socioeconómico.
Lo que es cierto, claro, no es mentira, pero en el sentido de la posesión de bienes
y fortuna, antes, ahora y después y no en el sentido espiritual, como valor y sumisión
a un poder mayor que el humano. Es así como los príncipes de la modestia y los
genios de la discreción hablan ante otras personas para lograr mejorar su imagen,
pulir sus virtudes y enriquece la personalidad ente su público.
El ser humano virtuoso, que se encuentra
en el interminable camino que es la humildad, acepta sus debilidades y defectos,
sin vanagloriarse de ellos, es por eso que nunca se podrá encontrar un ser
humano humilde en la imagen de un espejo. Verse a sí mismo como ser bueno,
sumiso, humilde y servicial es un acto de vanidad, soberbia y egoísmo, pues
quien lo hace es el reflejo de un materialista que antepone su salvación a la
de otros, que se interesa más en sí mismo que en el prójimo, se siente
autosuficiente y actúa en conveniencia a sus intereses.
Con demasiada frecuencia suele asociarse a la
palabra humildad a los pobres y desfavorecidos, mientras que la humildad como acción es una cualidad humana independiente de la posición
económica o social y en el entendido que una persona humilde no pretende estar
por encima ni por debajo de nadie, que sabe que todos son iguales y merecen el mismo
grado de dignidad;
De allí que ser humilde no implique dejarse
humillar; pues la humildad no supone una renuncia a la dignidad propia como
personas. La humildad conlleva el ejercicio del amor propio y al prójimo sin
complejos de superioridad, sin la necesidad de recordar constantemente a los
demás éxitos y logros; mucho menos dejarse pisotear por las personas de su entorno.
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